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Mártires

 

 

 

ALFREDO BILBAO FERNANDEZ

ALFREDO BILBAO FERNANDEZ

(3 de Mayo de 1894)

Don Alfredo Bilbao Fernández es el primer voluntario Mártir de la Séptima Compañía de bomberos “BOMBA ESPAÑA” de Valparaíso y primer mártir español. Murió en acto del servicio el día 03 de mayo de 1894, cuando la Compañía no celebraba aún su primer aniversario, en las siguientes circunstancias: A las 00:30 horas de aquel día se declaró un incendio en la calle Esmeralda Nº 92, el cual afectaba a unos edificios del sector, siendo de grandes proporciones. La Compañía armó grifo en calle Blanco, disponiéndose inmediatamente la armada de ataque al siniestro, con el voluntario Sr. Alfredo Bilbao al pitón. A las 02:30 horas se produjo el derrumbe de unas murallas del inmueble siniestrado, las que arrastraron consigo al pitonero de la Séptima Compañía, Sr. Bilbao.

La noticia corrió rápidamente, deteniéndose al funcionamiento de la turbina para iniciar, por orden del Sr. Comandante, la búsqueda del cuerpo del voluntario que había quedado sepultado entre los escombros y que, como gran bombero, había entregado su vida con el pitón en sus manos. El cuerpo del pitonero Sr. Alfredo Bilbao fue encontrado a las 10:15 de la mañana, siendo comunicado oficialmente su deceso, el cual produjo gran pesar entre los voluntarios de la Compañía y del Cuerpo de Bomberos. Su cuerpo fue colocado en Capilla Ardiente, dispensándose por el Sr. Comandante los honores correspondientes, para luego efectuarse sus funerales el día 05 de mayo.

 

RUFINO RODRIGO RUIZ

RUFINO RODRIGO RUIZ

(1 de Enero de 1953)

Don Rufino Rodrigo Ruiz es uno de los 36 voluntarios del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso que perdieron la vida a causa de la gran explosión que se produjo mientras se combatía un incendio que afectaba a la barraca Schultze de esta ciudad en una de las mayores tragedias bomberiles ocurridas en el mundo, que costó además la vida de un funcionario de Carabineros de Chile y numerosos civiles. A las 02:10 del 1º de enero de 1953, se declaró un gran incendio en las calles Freire esquina Brasil que afectaba a dicha barraca. La Compañía avanzó con sus dos carros, armando los grifos de Chacabuco esq. Freire y Freire esq. Yungay. A cargo de la “Bola de Oro”, quedó el maquinista y voluntario Honorario Sr. Rufino Rodrigo Ruiz, ubicándose frente al incendio en calle Brasil. A las 03:05 de la madrugada, mientras la Compañía se encontraba trabajando en el incendio, una violenta explosión de un polvorín ubicado en un inmueble contiguo al siniestrado y del cual no se tenía conocimiento, causó la tragedia.

Tambores con líquidos que se encontraban en el lugar del incendio, con la fuerza de la explosión, volaron a varias cuadras de distancia. Uno de estos tambores cayó sobre el maquinista Sr. Rufino Rodrigo, quién se encontraba sobre el carro, arrojándolo a varios metros de él y quedando en estado inconsciente, siendo trasladado de inmediato a la Asistencia pública, en donde falleció a las 04:00 de la madrugada. En total fueron 31 los voluntarios fallecidos aquél día, y otros 5 murieron en los días sucesivos. El funeral se llevó a cabo en medio de una multitud que lloraba la tragedia, y el cortejo fue encabezado por el Presidente de la República don Carlos Ibáñez del Campo, y acompañado por Ministros de Estado, Parlamentarios, Jefes de las Fuerzas Armadas, y otras Autoridades civiles y bomberiles, y la ceremonia religiosa celebrada por el Obispo de Valparaíso, Monseñor Lira Infante.

 

LUIS AIXALÁ PLUBINS

LUIS AIXALÁ PLUBINS

(9 de marzo de 1930)

Domingo 09 de marzo de 1930, se escucha un grito auxilio y las 21.00 hrs. Se declara un incendio en el cerro Bellavista, el deber llama, presurosos los bomberos acuden armados de valentía para atacar al enemigo que ya amenaza propagarse a otras casas vecinas. La séptima, al mando del capitán Don Fernando Ulibarry Fernández, arma sus mangueras y atacan el fuego, es asistido por los oficiales señores Antonio Bosch Maristany, teniente 1º, Santiago Ruiz, teniente 2º, Antonio Peralta, teniente 3º, ayudante Don Leonardo Ballesteros, así también el carro bomba, marca Lancia Llamado “Alfredo Bilbao” bombea el vital elemento. El trabajo a realizar, según ordeno el comandante, consistía en atacar el fuego por el cerro, utilizando para esto las líneas del ascensor. Sus carros ya se encontraban detenidos, a la espera de la cita con la muerte. Desde esta ubicación el pitón lograría llegar a la base del fuego e impedir su propagación. El drama estaba a punto de comenzar, las hojas del libro de guardia de ambas Compañías, llorarían la pena, que de la pluma del oficial de guardia, narraría los hechos dolorosos de aquel día, donde Luis Aixala Plubins se encontraría con los escogidos, con esos verdaderos héroes, de grandes corazones, y de sonrisa cautivadora.

Luis Aixala Plubins, teniente 2º de la Décima Compañía de bomberos Bomba España de Santiago, formaba esa mañana en las filas de la Séptima Compañía Bomba España de Valparaíso. Ese día, domingo 9 de marzo de 1930 la colectividad Española celebraba la llegada del buque Escuela de la armada real Española “Juan Sebastián Elcano” El puerto de Valparaíso, se encontraba de fiesta y en especial la colectividad Española, por esta razón la Séptima Compañía de Bomberos Bomba España de Valparaíso, realizo un ejercicio demostrativo a los oficiales, cadetes y tripulación del bergantín goleta, en la Av. Francia del puerto. Contando con la presencia del embajador de España en Chile Señor Marque de Breñas, el Cónsul general de España, españoles residentes en Chile, y autoridades de la ciudad. Por lo anterior, no podían estar ausentes nuestros hermanos, y por tal motivo se invito a la Décima Compañía de Bomberos a sumarse a estos festejos. Y Así pues, la Décima no falla, y envía a algunos de sus hombres a lucir sus cotonas de gala junto a sus hermanos. En esta delegación de la 10 Cía. Se encontraba el teniente 2º Don Luis Aixala Plubins, quién participo con entusiasmo y alegría en todas las actividades de ese día. Mucha camaradería en especial pues se encontraba compartiendo con su amigo el teniente 1º de la Séptima Compañía De Valparaíso, Don Santiago Ruiz, con quién mantenía una sincera amistad, de esa misma amistad que muchos sentimos hoy, y que es por supuesto un orgullo llamarnos hermanos.

Esa tarde, y al caer la noche, ya muchos se habían retirado y en el cuartel de la Séptima se encontraban compartiendo entre otros, El Capitán de Compañía, el teniente 1º Santiago Ruiz y el teniente 2ª de la Décima Compañía Don Luis Aixala Plubins, pronto a retirarse a Santiago, pero el destino detono la alarma, el sino de lo escrito sonaba en su campana de auxilio, el deber es más fuerte, el llamado de la llama eterna se veía a lo lejos, ese mismo fuego que nos arrebato a un hermano, y que nos dejo la luz para el futuro.

Las órdenes se imparten, y raudos los bomberos hispanos cumplen con su deber, en el pitón que sube por el costado del Cerro Bellavista deja asombrados a los porteños, que no distinguen si son bomberos de la Séptima o de la Décima, solo ven a hombres valerosos aguerridos y audaces que como hermanos comparten el mismo uniforme y el mismo sentido del honor. Pero la hora fatal ya no espera, y los carros del ascensor sin necesidad se ponen en marcha, por entre los rieles del ascensor se encontraban entre otros, Luis Aixala y su amigo Santiago Ruiz, uno de estos carros arroyo a nuestro hermano, dejándolo con heridas de muerte, dejándonos a nosotros una herida que no cerrará hasta el fin del fin. El Capitán, rápidamente da las instrucciones para que sea trasladado a la clínica Española, ubicada en la avenida Argentina del puerto, el teniente 2º de la Séptima Santiago Ruiz, su amigo lo acompaña. El parte del accidente marca las 22.10 horas, de inmediato se comunico a los hermanos de la Décima compañía de Santiago, el lamentable accidente, y a las 23.11 horas se produce la muerte de este legionario, español de nacimiento y Chileno de Corazón. Los coros de los ángeles nombran su nombre, su lugar reservado por el destino ya estaba ocupado.

En silencio el cortejo, con el paso gallardo de todos sus hermanos, resonando por las calles porteñas el taco de las botas negras contra el pavimento unísono, dejo por siempre su nombre en el cerro Bellavista, en Valparaíso, en los cerros y calles porteñas. Las antorchas encendidas, y con el respeto ganado de la ciudadanía, el cuerpo del mártir Luis Aixala Plubins, era transportado al cuartel, para proceder con el doloroso sepelio.

 

 

GUILLERMO SANTAELLA AROS

GUILLERMO SANTAELLA AROS

(25 de enero de 1942)

Guillermo Santaella Aros nació el 22 de Mayo de 1920 en la ciudad de Antofagasta y falleció como mártir el 25 de enero de 1942.

Santaella reúne todas las características del mártir de guardia nocturna. Y no solo eso, pareciera que su vida bomberil estaba destinada al martirologio. Efectuó sus estudios secundarios en el Instituto Nacional. Su padre, don Antonio Santaella Esojo era oriundo de Málaga. Su hermano Leocadio, al igual que su padre eran españoles de nacimiento. Leocadio ingresó a la ‘BOMBA ESPAÑA’ el día 16 de Diciembre de 1939 teniendo al momento de la muerte de su hermano casi 3 años de servicio y 26 años de edad. La calidad de bombero de la ‘BOMBA ESPAÑA’ de Leocadio, estimuló a Guillermo a presentar su solicitud a la Compañía el 29 de Julio de 1941.

Según se consigna en el Libro de Oficiales de Semana, se recibió la alarma en el Cuartel a las 1:50 horas y a las 2:10 ‘por orden de la Comandancia, nuestra Compañía avanzó al sitio amagado’ siendo este el incendio Nº 10 del año. La Mueblería La Europea, ubicada en calle Bandera esquina Moneda, colindante del Diario Ilustrado, ardía violentamente y nuestros voluntarios, cumpliendo con sus obligaciones se integraron en el ataque al fuego y victimó a nuestro mártir.

Nuestro querido don José Bustamante, nos cuenta que siendo el Ayudante del Capitán de la época, don Jorge Cueto y, en circunstancias que ingresaron al restorán El Peñon, se encontraron al fondo del inmueble con una pequeña discusión entre don Guillermo Santaella y don Tomás Pombo quién estaba pitoneando. El capitán le solicitó, condescendientemente a don Tomas que le diera la oportunidad al joven voluntario pitonear a lo que él reclamó, por este motivo, le ordenó entregar el pitón al mártir. Acto seguido, Capitán y Ayudante siguieron revisando la escena del incendio y, en momentos que se alejaban por el pasillo del restorán, escucharon el estruendo. Raudamente volvieron al lugar y se encontraron con la polvareda y los quejidos de don Tomás que también había sido víctima del derrumbe. Aún sin disipar el ambiente, procedieron a iniciar las acciones de rescate de los voluntarios, pero el destino de nuestro mártir ya estaba definido.Precisamente, los primeros en rasgar el material, fueron don José y don Jorge, quienes con sus manos trataron de despejar los cuerpos. Santaella, cumpliendo con su destino, había muerto. Al recibir la noticia, los 35 voluntarios asistentes, se estremecieron como la pared que victimó a nuestro mártir.

 

 

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