En el día de hoy el Cuerpo de bomberos de Madrid en conjunto con el Ayuntamiento de la ciudad rindió honores a los diez mártires bomberos que fallecieron en el cumplimiento del deber un día 4 de septiembre de 1987.

Al acto, al que ha acudido la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, el   delegado de Seguridad Y Emergencias, Javier Barbero, autoridades comunales, representantes militares y familiares de los caídos aquel día.

Se entregaron en el lugar de la tragedia una ofrenda floral y una corona de laurel con doce ramos de diez rosas cada una, por cada bombero fallecido.

«La paradoja de estar trabajando durante varios días para desenterrar a tus compañeros es inolvidable. Aquí se volcaron todos los bomberos de Madrid y de España. No cabe duda de que luchamos hasta el final por ellos», fueron las palabras de cierre del acto recordatorio por parte del ayuntamiento.

El incendio fue hace 29 años, en los almacenes “Arias” en la calle Montero 29-31 de Madrid en el centro de la ciudad. Desde todos los puntos de la ciudad era visible el humo del incendio.

El fuego apareció en la tercera planta del edificio, aquel viernes trabajaban 65 empleados. Se dio aviso de inmediato a bomberos procediendo a evacuar a todo el edificio. Poco tiempo basto para que se viera comprometido todo el edificio.

Las llamas crecían sin parar, pese a que bomberos trabajaban con máscaras de aire, muchos fueron atendidos por intoxicación. Esto debido a la gran cantidad de telas que se quemaban lo que hacía que el humo fuera muy denso.

Comienzan a producirse escenas de histeria en el exterior, protagonizadas por personas que buscaban a sus familiares o acompañantes, mientras los almacenes son una jaula de fuego. Hay detonaciones cada rato y enormes bloques de cristal y cemento se desprenden de la fachada. Las edificaciones vecinas evacuados como medida preventiva, dada la magnitud del siniestro.

Cuando el reloj marcaba 02.45 horas de la mañana, el fuego estaba controlado, uno de los sótanos se hundió arrastrando con ello gran cantidad de soportes estructurales y paredes importantes del edificio, dejando muy debitado a la estructura, todo ello, dejo a varios bomberos atrapados, el hundimiento fatal arrastro con ella a los bomberos que trabajaban    a esa hora en el siniestro.

Toneladas de escombros sobre los compañeros y el tiempo era una carrera contra reloj para salvarlos. La angustia de las familias de los bomberos fue terrible. La espera en la calle de noticias, casi sin atreverse a la esperanza. Otra nota de la crónica del día: «Alguien asegura que ha escuchado gemidos. Se pide silencio. Callan los motores de los vehículos, la escena es sobrecogedora.

Esto es parte de la triste historia de aquel 4 de septiembre.

Tras el homenaje, Barbero ha señalado que «el recuerdo es una necesidad». «Muchos bomberos que estuvieron me han contado que la tragedia les ha obligado a reflexionar para seguir mejorando día a día en su trabajo», y por eso, «conviene recordar para seguir aprendiendo».

Barbero ha insistido en la «excelente labor» del Cuerpo de Bomberos. «Hay un factor humano que no se nos puede escapar y es que los bomberos ponen su vida al servicio de la gente», ha indicado.