Quien se aprecie de ser un verdadero “porteño”, conoce o ha oído hablar sobre mitos, supersticiones, historias, chismes, memorias y/o narraciones del folklore más auténtico de Valparaíso.

Los nacidos en estos cerros y los que lo han hecho en otro lugar y que el encanto de este puerto los ha cautivado, pasando a ser un porteño más, hemos recorrido las calles y los callejones conociendo la tradición porteña.

Dentro de esta tradición porteña está la de Emile Dubois, quien fue un ladrón y asesino en serie que tuvo a Valparaíso en ascuas a principios del siglo pasado.

Un día 29 de abril Louis Amadeo Brihier Lacroix, también conocido por sus alias de Émile Dubois, Emilio Dubois, Émile Murraley o Emilio Morales, nació en Étaples, Pas-de-Calais, Francia en 1867.

Su primer asesinato lo cometió en Santiago, y finalmente, los hechos que lo hicieron tristemente célebre se dieron en Valparaíso. Asesinó a los comerciantes Tillmanns, Titius y Challe. Poco antes del terremoto de 1906, intentó asesinar al dentista inglés Charles Davies, pero fue capturado y llevado a juicio, encontrándose culpable y sentenciado a un pelotón de fusilamiento, ajusticiado por el pelotón el 26 de marzo de 1907.

Los informes de la época narran que las persona a quienes “Dubois” asesino eran usureros, por lo que los porteños los considero una especie de justiciero como “Robin Hood”.

En la cultura popular porteña y también la de un poco más allá, lo honran como santo popular. Hasta los días de hoy en su sepulcro ubicado en el cementerio Nº 3 de Playa Ancha, se venera con una animita e innumerables placas de agradecimientos por favores concebidos.

Momentos antes de que el pelotón recibiera la orden de disparar, Émile Dubois, pronuncio las palabras “Ejecutadme y apuntéis bien al corazón”