Septima Compañia de Bomberos
“Bomba España”
Valparaíso
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Querido Viejito Pascuero, te mando esta carta, esperando te encuentres bien de salud. Por mi lado, bien también. Pero echándote de menos de vez en cuando, en verdad, de repente me falta un poco este espíritu navideño, hay épocas del año que nadie se acuerda, y me incluyo.
Cuando comencé a planear mandarte esta carta, no sabía que pondría y que es lo que te pediría como espíritu de Navidad. Y además, no estaba seguro, si pudieras entender lo que realmente significa esta carta para ti, para mis amigos y para mí también. Respecto de los regalos que te pediré, no sé si me los merezco, pero sé que me he portado bien o he tratado de portarme bien, durante todo el año.
Viejito Pascuero, me gustaría para Navidad un Carro Bomba de color Rojo, con un enorme Siete Dorado en sus costados y con una tripulación de hombres de bien, bomberos que lleven en sus corazones, el mismo “Siete” color dorado, para que brille e ilumine, mostrando con ello lo generoso de sus corazones.
En confianza viejito, a veces me siento a pensar, es como si el espíritu navideño en marzo o en septiembre se despierta y me habla. En especial cuando mis amigos no están, cuando alguien sufre, cuando hay odio, cuando las palabras hieren o el corazón no sabe perdonar. Si, extraño este sentimiento navideño el resto del año. Este mar de buenos deseos que por estos días nos aborda y que luego, lo guardamos junto con el arbolito, las luces y las bolitas de colores.
Mi otro regalo que quiero pedirte, es que este espíritu navideño, nos acompañe siempre, en todo el año. Mi papá me dice que si todos tenemos un buen espíritu, el mundo sería mejor. Yo creo que es verdad. Mi abuelito me dijo también, “estos buenos deseos, seguro nos abrigaría cuando el invierno azota nuestra alma y el corazón se escarcha durante todo el año”.
Ha pasado un año, y como te dije, me he portado bien, y empeño le he puesto. Y también pase de curso, ahora soy más grande, y creo que esto me ayuda a ver la vida de otra forma. Lo lejos que estoy de mi bomba, también me ha permito ver y valorar lo que tenemos. Este sentimiento “Séptimo”, que no se puede explicar, pero sí sentir, perdura y se enriquece para vencer a la distancia, esa distancia que me estremece, al no estar allá. Viejito, espero estar solo lejos, pero no ausente de mi bomba y es por eso que te pido me des fuerzas para mantener este siete guardadito en mi corazón. Y al mismo tiempo, a los que están allá, sigan manteniendo como hasta ahora, este invaluable sentimiento. También es importante cultivar especialmente la amistad, ese real aprecio por los amigos y el gusto por conversar y reír con ellos. Eso querido viejito, lo echo mucho de menos, (a veces me asusta que debido a mi ausencia, me olviden).
No tengo vergüenza para decir que siempre rezo en la esperanza que el espíritu navideño, nos acompañe todo el año. Si, ya sé, también a mí se me ha un poco este espíritu navideño. Pero luego me acuerdo y lo vuelvo a recuperar, de lo contrario, no me traerás los regalos para Navidad. A propósito del regalo de Navidad, tengo más cosas que pedirte. Pero primero te contare querido Viejito Pascuero, las obras buenas que he hecho. (No está bien que yo lo diga, o sea, por qué sé, que tú, todo lo sabes). Pero bueno, quiero congraciarme contigo.
Primero; Llamé siempre a mis amigos. Salude a las personas al entrar a un lugar. Pedí perdón cuando me equivoque. También, si no tenía nada bueno que decir, no hable. Sujete la puerta para que otra persona pudiera pasar. Escuche a mis amigos y no los juzgue. Hice caso de los buenos consejos. Leí buenos libros, escuche la mejor música y camine por la playa al anochecer. A veces Viejito, no lustre mis zapatos y aun así, me sentí como de gala.
Viejito, cuando fui a la Bomba, en verdad me alegre de ver a mis amigos. Les di un buen apretón de manos al llegar y un gran abrazo al despedirme. Pregunte por sus familias, escuche sus palabras y conocí sus puntos de vista y me entusiasmaron sus ideas. Hablamos con pasión sobre la bomba, de los planes a futuro, de lo que está por llegar a corto plazo, de las buenas ideas, del optimismo y de la forma de enfrentar lo nuevo.
Si viejito, me hice el tiempo para conversar de bomberos. Soñé con ellos y el cuartel, los salude para su cumpleaños y compartí su pena cuando su corazón entristeció.
Pero también me reí con ganas con mis hijos, me emocione con sus logros. A mi mujer le dije que la quería y que la encuentro más hermosa cada día. A mi padre le pregunte por su salud. A mi perro le compre un hueso grande. Escuche la opinión de los viejos de la bomba, me esforcé en mi trabajo, respete la fila, tome buenas siestas, corrí en cuanta maratón había, si me enojaba, trate rápidamente de olvidarlo y me alegre al saber que entraron más chupes. Saboreé y compartí un rico café con pan recién hecho, del horno a la mesa. (Y corrí para ver en la tele, una noticia sobre una emergencia en Valparaíso).
Así también viejito, me entristecí un poco, cuando recordé a la bomba allá, algo lejos de mí. Limpie mi uniforme, más que la suciedad, lo limpie de las penas que me da la distancia, en la espera de estar nuevamente en casa. Y esto mismo, me hizo acordarme de mis compañeros de bomba que también están lejos, y que de seguro sienten lo mismo que yo, esta penosa lejanía, que se agiganta más en esta fecha tan especial. Por ellos también, estas líneas los representa.
Por otra parte querido Viejito Pascuero, para la noche de navidad, te dejare un vaso de leche con vainilla y un buen trozo de pan de pascua. Sé que tienes que recorrer todo el mundo en una sola noche, y no tienes mucho tiempo, pero me imagino que tendrás hambre. (El pan de pascua lo hizo mi mamá y es el más rico del mundo).
Viejito, me gustaría para Navidad un cuaderno y un lápiz, para anotar en el, las cosas buenas que pasan en el mundo. Por qué sé que hay más cosas buenas, que malas. También anotare las cualidades de mis amigos, sus buenos deseos y sus teléfonos para llamarlos y saludarlos. Viejito, es verdad que durante el año, no ayude a ninguna señora viejita a cruzar la calle, pero nunca me quede con el vuelto de las compras. Lo que si hice, fue hablar con nuestros “viejos” y me asombre gratamente de su optimismo. Sabes Viejito Pascuero, nuestro cuartel no es tan grande, como para que alguno de nosotros se puede perder, o que pase inadvertido. Todo lo contrario, sus paredes son tibias en invierno y en verano son frescas. Más si a esto, le agregamos la alegría de todos los días, nadie debiera extraviarse en el olvido en un cuartel de nobles corazones. Sabes, más que respetar los años de servicio, entender lo que significan esos años, es lo que importa. Entender que detrás de cada año, existe una historia no contada, a veces de sacrificio, de metas no cumplidas, o de satisfacciones y anhelos cumplidos. Al mismo tiempo, hay deleite y nobleza por el deber cumplido, hay horas de entrega incondicional, que alimentan el alma, lo que la hace más fuerte.
Será que entre el pan de pascua y el cole mono, la Navidad me inspira a una mágica forma de ver las cosas. O será también que los villancicos, las luces de colores y el pesebre del niño Jesús, me abren el corazón a las cosas simples de este mundo cotidiano.
Como sea Viejito Pascuero, aparte de ese autito de carreras que quiero para esta Navidad, (sin contar también el carro bomba y el cuaderno), quisiera que el niño Jesús nos ilumine, para tomar buenas decisiones, discutir con aportes, reconocer lo malo, mejorar lo bueno, entregar experiencia y adquirir experiencia. Estamos ciertos que cada uno de nosotros, arrastramos algo íntimo, que de seguro quedara escondido en lo más profundo de los corazones, y que tal vez, con este espíritu de navidad, podamos dejar que caigan, como lo hace el árbol con sus hojas en otoño, para florecer en primavera.
Mi mamá me conto un cuento de Navidad, que a pesar de mi corta edad, sabía que era un cuento, pero esa vez aprendí, que no es lo que se cuenta, sino lo que “cuenta” para cada uno de nosotros.
Y para terminar Viejito Pascuero, porqué ya te estoy dando la lata, quisiera que cada vez que salga mi carro bomba a una emergencia, lo puedas vestir con una apariencia de tú trineo, ya está pintado de rojo. Y que los bomberos se vean como tú, no gorditos, sino bondadosos y caritativos. Para que al llegar, se perciban como este espíritu navideño del que hablo. Trayendo regalos, así como los hicieron los reyes magos al niño Jesús, regalos que representen una esperanza de ayuda, un consuelo y una mano decidida para protegerlos.
Querido Viejito Pascuero, me despido, al vaso de leche le falta un poquito, fui yo que no resistí la tentación.
Feliz Navidad para todos.
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