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53 años por 6 horas en familia.

Son muy pocos los que pueden quedar indiferentes al ver o enterarse del último programa de “Sábado Gigantes”.  Este programa duro 53 años al aire, marcando el ritmo televisivo que ha influenciado a los otros programas hasta el día de hoy. Si era de su gusto o no, es harina de otro costal, lo que importa es que fue parte de un país entero.

Además de ser un programa entretenido, comunicativo, humano, con muchos concursos, presentación de cantantes, que hoy son figuras. Nos proporcionó entrevistas de interés, y conocimos lugares y costumbres de otros países. Con una personalidad desbordante, Don Francisco nos llevó a conocer y a aprender. Hombre humano, sensitivo y cercano, tras esa risa burlona y pilla, muchas veces nos hizo llorar y el propio Don Francisco se emocionó hasta las lágrimas.

Su espontanea agilidad para decir la frase correcta, ante situaciones jocosas, nos hizo reír de buena gana, sin dura un señor simpático. Todos los sábados nos alegró en la comodidad de nuestra casa y a muchos alegro con sus premios, tal vez un poco materialista en este aspecto, pero en el fondo, era el hecho de tener una sonrisa de la vida. Nos alegrábamos cuando el concursante ganaba, tanto como si fuéramos nosotros los ganadores.  Pero mis estimado amigos, hay algo mucho más valorable y que enaltece a este programa, es el que “tuvo la capacidad de reunir a la familia y a los amigos, durante 6 horas seguidas”. Terminado el almuerzo a la Tele, todos a sus puestos que ya está por empezar el programa, algunos tomaban una pequeña siesta, incluso ahí mismo en el living de la casa, para otros con cuaderno en mano, la tarea del colegio. La lana y los palillos, la pared se pintaba por parte y cualquier otra necesidad de sábado por la tarde, se hacía frente al televisor. Para otros en el taller, en el negocio de la esquina, en las salas de los hospitales. El pan para la tarde, se hacía en la panadería con un televisor encendido.

Para otros tantos, acortar la soledad o la espera, por  ancha o por manga, estimados amigos, Sábados Gigantes, nos reunía a todos en una tarde entera. Nos envolvíamos en un sueño despierto de un hombre, que valúo las horas de todo Chile, olvidando nuestros propios problemas.

Si, nadie puede quedar indiferente ante el cierre de Sábados Gigantes, todo tiene su tiempo, nada es para siempre. Solo nos queda el grato recuerdo  de un sábado en familia, con la conducción de Don Francisco, fuimos por horas, sin querer queriendo «animadores de nuestra propia vida».

Gracias a Don Francisco y a Sábados Gigantes, y que “Pase la Modelo”……………..

 

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