Septima Compañia de Bomberos
“Bomba España”
Valparaíso
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¿Por qué duelo cuando un amigo se va? ¡Por que dejan un espacio que no se puede llenar!
Ese día sábado era más caluroso que otros días de mediados de Enero, no recuerdo bien el año. La central entrega el informativo climatológico. Temperatura, viento, humedad y la probabilidad de incendios forestales, “Alta”.
En el cuartel estamos varios acuartelados, los tonos no se dejan esperar, clave 2. Alto del puerto, nosotros no salimos, pero se ve de proporciones. Todos coincidimos en comentar que esa tarde veraniega será larga y trabajada.
Sube al salón Pedro Moya Brante (Q.E.P.D)., vestido con la tenida 5 y una bolsa bastante grande que a todos nos intriga. Le preguntamos ¿Qué traes en ella? Pedrito contesta,
“Mueran como los valientes, sin preguntar”, asomando una sonrisa burlona.
La conversación es interrumpida con el sonido del directo, la Central desea hablar conmigo. Me informa que nos darán la salida al clave 2, debemos avanzar al cerro Rocuant, pasado la Población La Isla. La instrucción del Comandante, es que llega hasta la intersección del camino La Pólvora le informe de la situación y evalué la propagación del fuego hacia ese sector.
Caen los tonos, tripulamos uno de los bomberos es Pedro Moya, me doy vuelta para atrás para contar con cuantos bomberos cuento. “Hartos” me digo, que bien, cosa que me tranquiliza. Todos buenos séptimos y dispuestos a trabajar, me fijo en las manos de Pedro, lleva consigo la bolsa de género, ¿Qué llevará?
Pasamos la Población La Isla, ya el humo es muy denso y caliente, ordeno al carro que pare en el desplaye, como medida de seguridad. Resto de la ruta infantería. Yo y le comunico a la Central, “Fuerte viento, uno de los frentes de fuego, bajara en dirección de la Población”, requiero de apoyo. La Central me da el conforme, y a los pocos minutos se declara Alerta Roja. Durante el combate del fuego, le ordene a Pedro rectificar la armada de 50”. Deben haber sido unas 12 tiras, unos 192 metros, lo vi perderse medio corriendo por entre los matorrales a cumplir su misión. Corrió con ese medio paso cojo que tenía. Trabajo solo, sin comentar y con su sonrisa característica, cuando sus compañeros pasaban junto a él, les decía en broma, “Les estoy rectificando las mangueras “Mijito Lindo”. La respuesta al correr era, “Y apúrate que te vamos a mandar a comprar”.
Trabajamos desde las 15.00 horas hasta pasadas las 20.30 horas aproximadamente. Se controló el fuego y a nuestra Compañía nos despacharon al cuartel. Había que recoger unas 20 tiras entre 50 y 70, trabajo que se hizo rápidamente. Cuando estábamos casi terminando esta labor, Pedro saco su bolso y extrajo dos minerales y como 8 empanadas, debidamente guardadas en una caja de plumavit, las que fueron partidas en varios trozos y compartidas entre todos. El agua fue una bendición y los trozos de empanadas, el más exquisito tentempié que hemos probado.
Así era Pedrito, calladito, simple, cercano, familiar, pensando en los demás, a ninguno de nosotros se nos ocurrió llevar algo, “a él sí”. Lo compartimos como el mejor plato gourmet, conversamos y nos relajamos, nos retiramos al cuartel con el deber cumplido, con el corazón contento y la guatita llena, ¡Gracias a Peyuco!
Pedro era sencillo, sin pretensiones y por sobre todo buen compañero.
Pedrito, saluda de nuestra parte a todos nuestro buenos amigos que montan guardia en el cuartel celestial y que hora tú refuerzas.
Te recordaremos siempre, tus compañeros Séptimos
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