Los gentiles caballeros, todos vestidos muy elegantemente, degustaban su bajativo acompañado de sus grandes cigarros. El tema de conversación era el mismo que se venía repitiendo una y otra vez, por un largo tiempo. Pero en esta oportunidad, todos reconocían que se debía llegar a un acuerdo real y concreto y proceder conforme a esta decisión. Medida que a la postre, ellos sin saberlo, cambiaria e influenciara para bien y para siempre, a la ciudad de Valparaíso, al país y en varios otros países. Esta influencia se dará tanto en aquel tiempo, como en la vigente actualidad de siglo XXI.

El 15 de marzo de 1843, en la calle de La Aduana, en el centro mismo del comercio porteño de aquello entonces, en una  bodega de artículos navales, comenzó un incendio, el que se extendió rápidamente a otros establecimientos comerciales y viviendas. Los vecinos veían con impotencia como el fuego destruida toda construcción de madera, y con ello sus bienes personales y su bienestar familiar.

Armados de solo buena voluntad, algunos vecinos trataban de enfrentar al fuego, con gallardía pero sin materiales ni entrenamiento, siendo en vano todo esfuerzo.

En 1836 el Intendente Juan Melgarejo Villalón, había organizado un pequeño grupo de milicianos cívicos, llamados “Zapadores Bomberos”, integrados por aguadores, artesanos y jornaleros. Voluntad pero carente eficiencia y compromiso, la ciudad sentía que se encontraba desarmados frente al fuego, situación que no solo era preocupación de los caballeros, sino también de todos los incipientes porteños.

En la ahora plaza de justicia, existía por allá  en 1850 un almacén de propiedad de los señores G y R Young Cía.,  al lado de la botica de “Fabián y Compañía”, fue el lugar donde los futuros caballeros del fuego se reunieron por primera vez para comenzar la organización del futuro “Cuerpo de Bomberos de Valparaíso”.

Carlos P. Hemenway era un ciudadano norteamericano representante en Chile de la Firma “Hemenway y Cía.”  Fue uno de los organizadores de la Asociación Contra Incendios y posteriormente uno de los fundadores del incipiente cuerpo de bomberos. Quien luego constituyo la Primera Compañía de Bomberos, siendo el primer teniente 1° de la Bomba Americana.

Más tarde,  el implacable destino marco a fuego definitivamente la decisión de aquellos honorables vecinos. El 15 de octubre de 1850 a las 02.15 horas de la madrugada, el grito de incendio del sereno del sector de la calle Del Cabo con el pasaje Cruz de Reyes, anunciaba con estruendo, el incendio en la cigarrería de Carmen Olivos, el que devoro todo a su alrededor por cuatro cuadras.

En la calle del Cabo, hoy calle Esmeralda, al llegar al cruce de Los Reyes, actualmente Almirante Gomes Carreño. El fuego apareció en un edificio contiguo al del Correo. La propiedad pertenecía al industrial inglés don Josué Waddington Blanchard. En el piso superior, vivía la familia del dentista inglés Eduardo Thorner. (Afortunadamente la familia Thorner se encontraba de vacaciones en la ciudad de Limache). Inmediatamente debajo del segundo piso,  se encontraba la cigarrería donde comenzó el voraz incendio.

Ese madrugada de 1850, obligo a acelerar y a concretar la decisión de formar al futuro el Cuerpo de bomberos. Para 1851 más de trescientos hombres valerosos, visionarios y de alto sentido del honor, se alinearon por primera vez bajo el estandarte del próximo Cuerpo de Bomberos porteño. Emblema que con orgullo y decisión, hoy en día, es respetado y honrado por los más de 800  bomberos voluntarios que actualmente conforman esta magnífica institución.

Este día 30 de junio, el Cuerpo de bomberos de Valparaíso, está de fiesta, cumple 167 años de existencia. Esta valerosa iniciativa  del siglo 19, es considerada hoy en día como el “El día del Bombero Voluntario en Chile”, y en todos y en cada uno de los Cuerpos de bomberos del país, se llevan a cabo la respectivas celebraciones.

La sabia y visionaria decisión de aquellos verdaderos “Caballeros del Fuego”, de aquel año histórico de fundación, se mantiene incólume después de 167 años de existencia. Hoy en día honramos y reconocemos en estos misioneros del sagrado deber, el legado de honor heredado.

Ya no se escuchan los cascos de los caballos su rítmico golpeteo en los adoquines, ya no se escucha el grave sonido de las campanas pidiendo paso, ya no vemos a caballeros de grande bigotes y estilada figura, apagando los incendios. Hoy en día, vemos a hombres de casco y cotona, fabricados con los materiales más recientes que la ciencia puede otorgar, con sofisticados equipamiento técnico. Los modernas equipos radiales, hacen de la comunicación una efectiva herramientas de trabajo bomberil. Los imponentes carros bombas, con su tecnología de vanguardia, máquinas automatizadas y computarizadas.  Y sin duda, los estudios y conocimientos científicos están a disposición del actual bombero de este siglo.

Esta perfecta combinación de modernidad, no podía ser perfecta, sin la presencia de la entrega de los valores, altruismo y honor que cada bombero porteño entrega en el quehacer diario bomberil.

Esta asociación técnica-personal hacen e la institución, como uno de los cuerpos de bomberos más respetados en todo el mundo. Lo que conlleva con ello una responsabilidad y desenvolvimiento bomberil de más exigente, el que debe ser revisado a diario para mejorar en forma constante.  Pero debemos destacar, que la fuente primera del sentido del deber, la entrega incondicional y el respeto y cariño por la institución, es la misma de hace 167 años, es la misma entrega personal para con el prójimo, que fue el sentido inicial de los caballeros del fuego de hace 167 años atrás.

Hoy en nuestro cumpleaños, renovamos nuestro juramento de servicio y nos comprometemos a esforzarnos mucho más para cumplir con nuestro sagrado deber.

La nobleza del hombre no se lleva como baluarte, es sino, la entrega generosa de la ayuda a quien la necesite, con un compromiso de por vida, bajo el cobijo del altruismo.

Feliz Cumpleaños “Cuerpo de Bomberos de Valparaíso”.